A mi lado, iba mi amiga anciana.
Mi amiga, doña Silveria, mi amiga que por casi 20 años fué como una madre para nosotros.
¡Como la extraño!
Tenía 77 años de edad, y se tenía que ir ya.
En ese camino de luz, yo sabía que iba a mi lado, al lado derecho de mí.
No la veía.
Ni siquiera un sombra veía de ella, ni un destello de luz; no sentía ni frío ni calor con su presencia.
Solo sabía que íbamos juntas en ese camino de luz.
Mi cuerpo, o mi esencia más bien, sentía como se llenaba de felicidad, de dicha, al recorrer ese camino.
De los pies a la cabeza, a través de “cada poro”, de cada “célula”, de mi “existencia”, estaba la “esencia” de un amor absoluto.
Como si todas las respuestas estuvieran al final de ese camino.
Una gota de amor en el olvido
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Intento seducir la nostalgia
Con las lágrimas heridas
Del silencio
Una gota de amor en el olvido
Y una cadena de tentaciones
En los nervio...
Hace 15 horas
De esto podriamos hablar po horas y horas y horasssss.
ResponderEliminarPuede que algún día sea posible.
Un abrazo.
Ambar.