Latidos de afecto y dulzura gracias por su visita.

lunes, 28 de septiembre de 2009

MADRE E HIJA/ HIJA Y MADRE ( 1 )



MADRE E HIJA / HIJA Y MADRE

Fui en días pasados al hospital, a visitar a mi suegra. Tenía poco, que yo había salido de ahí por una operación de emergencia.
Conocía por anteriores visitas al hospital a la paciente que estaba en la cama contigua.
Morenita, menudita, tan pequeñita en esa camota de hospital.
Dormitaba y su cuerpo, parecía no ocupar espacio.
Su esposo, un señor tan amable, con sonrisa sincera, la atendía solícito.
Le rogó que comiera.
Su pollito desmenuzó, y en su boquita de enfermita, cucharada a cucharada toda la comida logró que su esposa consumiera.
Platicaba con ella y vacilaba, haciéndole más llevadera su estancia en el hospital.
En todo estaba atento a las necesidades de la enferma.
Hablaba y todo su cuerpo hablaba.
Su rostro, sus ojos, donde se leía la mortificación, el interés, el cariño...

( Foto cortesía del profr. Martín Pérez San Martín,cronista de Pueblo Viejo,Veracruz).

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Triunfo

TRIUNFO


Si alguien desea herir tus sentimientos,
no agredas tú también.
No alimentes su fuego.

Deja pasar ese momento.
Es que a veces las personas han sido lastimadas tantas veces, que ahora también ellas quieren lesionar.

Si estás apacible, calmado, como la montaña que igual recibe la luz del sol, como los vientos huracanados, eso significa que tú:
¡Ya has triunfado!

viernes, 18 de septiembre de 2009

CREENCIAS

CREENCIAS

Joven marino cayó mientras trabajaba del barco que estaba anclado en el puerto.
Buzos peinaron el río.
Los padres, con el alma transida de dolor, y ante la búsqueda inútil del cuerpo de su hijo, se deciden por seguir las creencias, esas creencias, que por algo, no han podido ser guardadas en un baúl de “cosas de los abuelos”.
En un platito colocaron una vela encendida, y cuidadosamente, entre plegarias, la depositaron sobre las aguas del río Panuco.
En una lancha, seguían con ilusión aquella lucecita, hasta que quedó detenida en un punto.
Ahí, en lo profundo, estaba el cuerpo de su hijo enredado. Por eso no había flotado.
Decidieron cremarlo, para tenerlo siempre en su hogar, en un altar que hicieron en su memoria.
En la sala, reunida la familia y amistades más queridas, el padre en breve ceremonia, se dispuso a colocar las cenizas de su hijo, en un recipiente exprofeso.
Tres veces intentó meter la bolsita donde estaban las cenizas, y las mismas tres veces, que la bolsita se expandió cual globo, impidiendo su resguardo en la urna.
El padre, con lágrimas en los ojos, dijo con voz de mando:
Hijo… ¡Te ordeno que entres!
Y la bolsita conteniendo las cenizas, se escurrió dócilmente hacia el interior de la urna.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Incógnita

INCOGNITA

Conocí a la abuelita de mi yerno.
Mujer encallecida, ya murió, y quien sabe donde esté.
Platicando, me decía que ella fue de las que anduvieron en la revolución, que en ese tiempo muy joven era; cargaba siempre su rifle, y que cuando quedó por primera vez embarazada, tenía harto coraje, que porque con semejante panza, no podía matar cristianos.
Me comentó, que de tanto que renegó de ese hijo, hasta que se le vino antes de tiempo, y cuando vió que nació muerto, gusto le dió, porque a ella le encantaba echar bala.
Decía que la revolución le había quitado a toda su familia, así que ella también se sentía con derecho a matar.
Contaba, cómo cuando vivía con sus padres, en un rancho perdido entre brechas y zarzales, llegaban los revoltosos y a punta de tormentos les sacaban verdad de donde tenían los centavitos guardados.
En su casa, atravesaron una reata de un andamio del techo y de ahí colgaron a uno de sus tíos.

A su papá, lo amarraron del pecho, y lo bajaron al pozo que había en el solar, y pa dentro del agua, y pa fuera, y como que se ahogaba, y donde está el dinero, porque antes el dinero era de oro y plata, y lo enterraban, o lo introducían dentro de los revoques de las casas, o entre los muros gruesos de las bardas lo escondían dentro de jarros, así que imagínense como estarían de anchos los muros.
Uno de sus hermanitos, se escondió debajo de un tapanco, abrazando fuertemente a un chivito, y le hacia señas al chivito que estuviera callado, en ésa ocasión el niño salvo su vida y la de su animalito, pero no siempre tuvo esa suerte, y también murió acribillado. Sólo alcanzo los 9 años de edad su hermanito.
Cuando se acabó la revolución, a ella no se le acababan todavía las ganas de matar, y yo oyéndola, pensé en mi hija, y en mis futuros nietos y me entró una tristeza, como si me ahogara y quise llorar y no sabía si era por los que murieron o por los que iban a nacer.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Visitas ( final )

Al entrar y mirar sus muros, ellos percibirán que yo conozco la historia de ignominia.
-Me dice Sarita, ya se trasminan sus techos y paredes.
Donde vaya Sanidad, un día de estos, pueden exigir la demolición de la mayor parte de la casa, como que ya las guarniciones, así como sus arcos y pilares están algo cuarteados.
Se han caído trozos del revoque del techo.
Vaya, ¡antes de que la destruyan!
-Pienso, yo no sé me rajar, sólo que esa casa ya está agonizando, esta rezumando su dolor.
A que voy, peligro y me dé un zarpazo, tiene con qué.

Y Sarita…
- ¿Cuando quiere ir? Tita aceptara que la visite, le digo que nos conocemos de años, yo le doy sus vueltas, así que estoy segura que aceptara.
- ¿Cuándo vamos?
Mire, hágalo como un acto de amor cristiano para Tita, todas las religiones piden visitar a las personas enfermas y desvalidas.
¿A poco tiene miedo?

Y dentro de mi pecho, la sangre agolpándose frenéticamente, como los pasos presurosos de un ejercito de ciempiés… ¿que digo?, ¿que digo?
- Sabe Sarita, como usted contó que ahí se hacían brujerías y conjuros, pues que cree…
No puedo ir, ¡mi religión me lo impide!

sábado, 12 de septiembre de 2009

Visitas ( 9 )

Otros dicen que es el Diablo, que desde que llegó Tita a esa casa, no la deja reposar.
Tita, ya es mujer entrada en años.
La visitan de un culto religioso, le llevan ayuda, como mandado o ropa.
Ella no sale para nada de su casa.
¿Que la retendrá tanto?
Hasta aquí el relato de Sarita, todos nos quedamos callados.
Sarita me dice, como ve si un día, yo hablo con Tita, somos vecinas, nos conocemos de años, si éramos todos tan jóvenes cuando pasó eso que les conté, y ahora ya llego a los 86 años, usted dirá si no conozco bien a bien a Tita, que es la dueña de esa casa.
¿Cuando quiere conocer por dentro esa casa?
Es bella, muy bella, con su estilo arquitectónico antiguo, con sus paredes recubiertas de mármoles italianos, con arcos y columnas que no desmerecen ni con el paso del tiempo.
-Paso saliva. Si cruzando por la acera contraria, percibo tanta tristeza, estando dentro…

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Visitas ( 8 )

Emma amaneció un día tirada en el piso, con traumatismo craneoencefálico.
Nadie se sorprendió, ya se veía venir. Si del diario se caía de la cama, que si era muy inquieta, que si los plásticos que protegían el colchón hicieron que se resbalara. Emma ya no despertó.
Tita se casó con el viudo, Jacinta completaba el trío.
Después Tita le vendió a precio regalado la mitad del patio a un primo, que apareció de la nada.
El construyó al fondo de ese solar una casa pequeña, y de día y de noche llegaban personas, con ése señor, que porque arreglaba aparatos electrónicos.
En una ocasión Sarita, le llevo a arreglar una televisión, pasaba el tiempo y nada que se la entregaba, entonces Sarita decidida, se pasó por el patio, hasta el fondo a reclamar lo suyo.
Y ve que el señor tenía un altar con trapos rojos y negros, velas y párele de contar. ¡Que era brujo!
Y el señor, ¡pero vecina!
Mire Sarita, yo a nadie le hago daño con mis creencias, si sienten alivio y me recomiendan, ¡es pura suerte!
Sarita salió huyendo de ahí, con su tele en brazos.
Al paso de los años, murió Jacinta, el esposo de Tita, el brujo, y solo quedó Tita, sola como huevo en chiquihuite, en semejante caserón.
Ha querido rentar la casa donde vivía el brujo, pero nadie dura ahí, que se oye en los patios y dentro de esas casas, pasos, risas; se ven sombras.
Unos dicen que son las almas de tantos difuntos, que ahí andan porque ahí vivieron.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Visitas ( 7 )

Al paso de los meses, casi ni la veía, menos la trataba con cariño. Ahora Emma hablaba con los ojos y con las manos.
Era muy difícil entender lo que deseaba comunicar. Su amiga Sarita, la auxiliaba en lo más apremiante, y solo ella la comprendía.
Las manos de Emma decían tengo hambre, báñame, también le contaron como en las noches, el reptil que había metido a su casa, se deslizaba insensiblemente entre las dos camitas, y le daba a su esposo, lo que le hacía falta.
Cuando el esposo de Emma se iba a trabajar, Jacinta y Tita vivían solo para ellas.
Un día, Emma con sus manos, le hizo la señal de una cruz, luego le señalo el piso y al ultimo simbolizo el numero tres con los dedos. Mientras en su rostro se le notaba tener la seguridad de lo que estaba afirmando.
Su amiga Sarita le dijo…
¿Cómo? ¡No te entiendo!
Y de nuevo Emma, ahora señalando hacia los cuartos, donde estaban Jacinta, Tita y su esposo platicando, repitió las señales y empezó con desesperación a pedir auxilio.
Sarita comprendió.
Que la querían muerta, bajo tres metros de tierra.
Aquí me contó, Sarita, con tristeza y suspirando, que esa vez salio llorando de esa casa.
-¿Notan porque las paredes de algunas casas no cuentan los secretos a todos los que las ven?, es que se necesita corazón pétreo para no resquebrajarse.
Por favor continúen escuchando a Sarita…

sábado, 5 de septiembre de 2009

Visitas ( 6 )

En sus horas vacías, imaginaba a su hija expuesta a esas influencias… ¿y si su hija también las había descubierto?
¡No! Se lo hubiera contado.
¡Tan unidas que fueron!
Pero…desde que llegó Tita a la casa, habían formado un frente común las jovencitas, donde ella no tuvo cabida.
Y las veces que las escucho a las tres reír, y su hija que se sonrojaba por la nada; sus miradas de entendimiento, sus cambios de carácter…
¡No! no, todo eso fue por la proximidad de la fiesta de sus XV años, no había que agregar más pesar a lo insufrible.
Su niña, su tierna niña, a la que cuidó desde antes de nacer.
Emma ya no dormía. El marido hablaba y hablaba, le recriminaba, pero Emma ni fuerzas tenía para contestarle.
Hasta que una embolia cerebral liberó toda aquella angustia.
Un coagulo destructor, cual rosa roja dentro de su cerebro, aminoró la marcha de Emma.
Cambios en su alcoba matrimonial, par de camas individuales, lo más equidistantes posible.
Los primeros días, el marido entre sollozos le pedía perdón.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Visitas ( 4 )

Una tarde, al regresar la madre de repartir invitaciones, encontró a su niña, a su Lila, tendida, como dormida en el jardín.
No hubo explicación lógica a esa desgracia.
El doctor legista, con frialdad, expidió un certificado de muerte por paro cardiorrespiratorio.
Que yo sepa, nadie que ha muerto, continua latiendo su corazón y respirando.
Sería como decir “el carro se descompuso porque el motor se paro ”.
Pero en fin, eso decía la autopsia.
Emma lloraba y se desahogaba con gritos desgarradores, la casa absorbía grandes dosis de dolor.
A los 6 meses, falleció el Benjamin, se ahogó al comer unos cacahuates y jugar carreras con su tía y con Tita.
Emma silenciosa.
Había pasado la línea de dolor.
Su esposo empezó a descargar su gran tristeza en forma de reproches sobre ella.
-Por tu culpa nuestros hijos murieron, no los cuidaste bien, dejaste que Lila siguiera esa dieta tan extremosa, por eso su corazón sufrió un shock.
Emma callada, no podía darle consuelo, porque ella no lo tenía.
Sentía la cabeza estallar, las pulsaciones en sus sienes, le advertían que estaba al limite.

martes, 1 de septiembre de 2009

Visitas ( 3 )

Tita era muy acomedida, diríase que pecaba por exceso de solicitud, pero Emma apreciaba su ayuda, y se lo demostraba con buenos tratos y regalitos, la vestía y la calzaba, porque Tita eso y más se merecía.
La quinceañera, diremos “Lila” quería lucir preciosa en su fiesta, y un estricto régimen dietético empezó, se veía al espejo, y rubores de niña casta subían a su rostro por la satisfacción que sentía al ver su cuerpo florecer en belleza.
Llegó a decirle a su madre… ¿será pecado que me guste tanto mi cuerpo?
Riendo divertida al ver la sorpresa dibujada en el rostro de su madre, ella misma se respondió…
¡Ay mamá! Sería necia si no estuviera agradecida por los dones que la Naturaleza me ha dado.
Se alejo corriendo, a reunirse con su tía Jacinta y Tita, que por ser jovencitas como ella, pensaba que la entendían mejor que su madre.
Su mamá, ya estaba acostumbrada a sus desplantes… tú no entiendes, ¡quién como mis amigas!
Transcurrían los días alegremente en aquel hogar. Ultimando detalles para el evento.

Portada del libro " Pueblo Viejo"

Portada del libro " Pueblo Viejo"
Laguna de Pueblo Viejo Veracruz