Latidos de afecto y dulzura gracias por su visita.

domingo, 28 de febrero de 2010

El Aguila que Cae ( 8 ) El porqué de los porqués una mujer huyó de su hogar.



Vino, y le dijo a mi abuela, que su hijo, nomás no quería saber nada de mujer.
Que en su Luna de Miel, en el día, era meloso con ella, educado y fino, que donde quiera la llevaba a pasear, y le compraba lo que ella deseara. Casi nadamás, con una seña de la cabeza de la recién casada, con eso ya se lo compraba.
Pero en las noches, el tío Urbano, se embarraba todo el cuerpo de cremas, y al querer abrazarlo, se le safaba, era como querer atrapar a un pescadito.
Y el tío Urbano, reía, y le decía : ya mañana, ya mañana me atraparas.
Al llevarla, a lo que sería su nuevo hogar, que estaba en una ciudad retirada a una hora del poblado, donde el tío Urbano tenía sus dos plazas de maestro, le salió, con la novedad, de que vivía con un joven de 18 años, al cual mantenía y le daba estudios.
Que vivían juntos, desde que ese joven tenía doce años de edad, que fue su alumno de primaria; y como tenia problemas con su familia, pues mi tío se lo llevo a vivir con él.
Que era una relación de lo más limpia y casta, que el juraba y prometía que no había nada de malo en esa relación.
Pero que mi nueva tía, tendría que dormir, con los dos varones en una misma cama.
¡Pero cómo! Yo no podía creerlo.
Si mi tío tenía todo, con su doble plaza de maestro, ya hasta prestamista se había vuelto, y con unos solares, porque deudas había cobrado, bien cobradas.
Como no iba a poder comprar otra cama.
Y mi nueva tía, la Josefa, la Chepa, que le rogaba que por favor se arreglara eso de algún modo.
Y el tío, ¡no! Luis, que así se llamaba el joven, no se va ni de la casa, ni de mi cama.
Tú llegaste después.
Acomódate donde puedas.
Aquí nada te faltará.
Mi tía Chepa, solo aguantó dos meses, dormir ella en el piso de la sala, y sola.
Mejor lo abandonó, pero antes, al tío le rompió todas sus cosas.
Algunas se las tijereteo con coraje.
Atrás de su casa, por una ventana, se veía pasar un drenaje, un desagüe a cielo abierto, pues en ese canal que tenía una profundidad de unos 6 metros en relación a la casa de mi tío, lo que pudo, se lo aventó.
Y se vino la Chepa al rancho.
Se regresó a casa de sus padres, a ser la burla de todos los del rancho.
A aguantar criticas, que a lo mejor, ya no era “quinto”, que por eso el profesor la rechazó.
Que si “sé comió el mandado” con el lechero, que la “torta antes del recreo” con el panadero, y para todos, la Chepa, era la pagana.
Pues como le iban a creer su historia, que contó entre sollozos a unos cuantos.
Aunque se propagó como reguero de pólvora, por el rancho, nadie le creyó su versión.
Si al profesor, no se veía por ningún lado lo amanerado.
Nunca trajo aventuras raras en el rancho.
A que Chepa, tan mentirosa.
Y como ella, fue de bailes, novios por montón, que ha tantos rechazó, ahí fue la oportunidad de muchos, de pisotear su orgullo.
¡Ay! ¡Chepa! Como juzgamos rápido y con las vísceras.
Después de 2 años del desaguisado, se apareció mi tío Urbano, tan fresco como una lechuga...


(y luego les platico cómo le fue con su mamá, que era una persona muy recta y derecha,que le decía a las cosas por su nombre,sin ofender, pero precisas,sin rodeos ).

martes, 16 de febrero de 2010

El Aguila que Cae ( 7 ) boda



Después de años, en una visita de mi tio, preguntó por la Senobia, que qué se había hecho, porque ya quería casarse el. Y ya que la Senobia, en muchas ocasiones, lo anduvo buscando, ahora sí mi tío, quería un hogar formar.
Con boda y todo.
Mamá, ¿Dónde localizo a la Senobia?
¿Todavía vive donde mismo?
Pero hijo, si ya se casó, y hasta hijos ya tiene.
Hasta cuando te dio la punzada de casarte.
Y la Senobia, tan bonita muchacha, decente y trabajadora.
¡Como la dejaste ir!
Te rogó y te rogó.
Pero tú, en un pedestal te subiste, y ya ves, no faltó un valiente que un hogar le ofreció.
No mamá, no se apure.
Ni que fuera la única mujer.
Hoy pienso durar unos dos meses, todas mis vacaciones las pasare aquí.
Ya verá, mamá, como ahora si me caso.
Pero hijo, uno se casa por amor.
No sólo por el temor de quedarse solo.
Como dice el dicho:
No se trata de compartir casa, dinero, posesiones.
Se trata de querer, amar, de convivir.
Y para mí, que tú ya te acostumbraste a vivir solo.
No mamá, téngame paciencia.
También tengo mi corazoncito. (ver foto)
Y anduvo el tío en bailes, reuniones, con ésa su sonrisa de darme escalofríos.
Una vez, con esa sonrisita, a un sobrinito nuestro, muy pequeño aún, le dio un “algo”, como de cajeta dura, envuelto en un papel de dulce de fábrica; el tío maldoso, le había quitado la golosina original, para en su lugar, poner “un qué se yo”, como si fuera una pequeñísima nuez.
Yo veía, oía y callaba.
Oprimida por años y años.
Y que encuentra incauta.
Debo decir novia.
La fue a pedir.
Padrinos aparecieron al vapor.
Todos se apuntaban.
Por fin se casaba el profesor.
El más cotizado, de los alrededores.
Hubo baile de boda, en un salón de lo más mejorcito, en el ranchito.
Luna de Miel en la capital, por una semana.
De regreso a su hogar, donde mi tío Urbano, ya tenía de todo, nada le faltaba.
Hasta un proyector de cine tenía, y les hablo de hace 40 años, cuando era un lujo, un súper lujo; de esos que ocupaban unos carretes grandes, que parecían, por lo grande, ruedas de bicicletita.
Y a los dos meses exactos, que se regresa la flamante esposa al rancho.
Que ya lo había abandonado.Vino, y le dijo a mi abuela, que su hijo...(continuará)


Bueno,¿ ustedes que creen que pasó para que la flamante esposa saliera huyendo ?

jueves, 11 de febrero de 2010

El Aguila que cae ( 6 )



El cuarto de mi tío se clausuró con un candado.
Y todas las cosas de él, que no cupieron, como un librero, o unas sillas nuevas, o sus baúles, con material educativo, se colocaron en un rincón de la sala.
Pasábamos al lado de sus cosas, como si no existieran.
Después de 2 años, volvió.
El librero se apolilló, los libros se echaron a perder.
Caminos y caminos secretos las polillas hicieron, tal vez intentaban aprender a leer.
Las sillas se oxidaron, a pesar de estar tapadas, con trapos viejos.
Las telas de las sabanas nuevas, y colchas, agarraron un color amarillento, en las orillas, más el olor a la alcanforina, que mi abuelita, les colocó.
Eran como unas caniquitas, de color ceroso, claritas, y después de un tiempo, que dizque son para ahuyentar a la polilla, ¿y si se las comen las polillas? Porque luego, se evaporan, y nada de alcanforina encuentras ya.
Y mi tío se enojó.
-¿Por qué no usan lo que compro?
A ver, con lo que me sacrifico.
No hijo, tu eres muy delicado.
Que si se manchan, que si se oxidan, que porque se rayó ese peltre.
Así, ni quien te agarre tus cosas.
Ahí están, son tuyas.
Considéralas en bodega.
Ahora, que si no te gusta eso, pues llévatelas a tu casa.
Ya tienes casa, me lo has dicho al llegar aquí.
Llévate lo de valor.
Y lo que ya no quieras, tíralo.
Prefiero eso, a estar discutiendo.
Y mi tío, me miraba a mí, con aquellos ojos felinos, culpándome de la situación, sin pronunciar palabra.
Su carita pequeña, mejillas hundidas, chupadas, la piel de todo su cuerpo, marcado por manchas de acne, que a pesar de ser tan moreno, se le notaba.
Cuando estaba pequeña, me ponía a sacarle los barros y espinillas, de su cara y pecho.
También me enseño, a quitarle, los vellos de su barba, con unas pinzas.
Que porque así, duraba más sin barba.
Que eso era mejor, que rasurarse.
Mi abuelita, cuando nos vio en esas prácticas de embellecimiento, nos regaño a los 2.
A mí, por muy obediente.
A mi tío, por ocuparme, en sus labores de depilación.
Quien entiende a los mayores.
Todos mandan lo que quieren.
Todos pueden mandar.
Mi tío era muy atildado en su modo de vestir, en su presentación personal.
Dejaba un rastro de perfume, por donde quiera que pasaba.
Y para vestir de lo mejor.
Al salir del baño diario, o si iba a salir algún lado de importancia, hasta varias veces por día se bañaba, se secaba bien los pies, y se ponía talco, que hasta parecían empanizados.
Igualmente empanizaba su torso y espalda.
Crema abundante en las manos, y en su rostro.
Perfume en su cuerpo, y ropa.
Alhajas, no se diga.
Y de común, las tenía en un líquido limpiador, para que brillara más el oro.
Los zapatos, bien boleados, sin mancha de polvo; el peine, yo tenia que tenérselo muy limpio, del diario debía lavárselo con cepillo y jabón.
Y todos esos gastos, hacía, pues para que tenia 2 plazas, y ningún compromiso con nadie.
Si a su madre, nunca un cinco le dió.
Ni un centavito, nomás para no dejar, siquiera para un refresco.
Le decía, jefa, para que le doy, sé que usted, gana lo suyo.
Para ponerse su ropa, se subía a la cama, para que no se le revolcara ni arrugara.
Y la raya del pantalón, le tenía que quedar, exactamente, apuntando a su dedo gordo, de cada pie.
Si no daba a ese lugar, la señal de la raya del pantalón, se lo quitaba, lo hacia bola con coraje, y lo aventaba al piso.
Pues así era, y así se vestía el tío Urbano.
Impecable.

lunes, 1 de febrero de 2010

El Aguila que Cae ( 5 )



Mi tío, en otras ocasiones, traía tepalcates.
Pedazos de vasijitas, con dibujos, unas pintadas con color ocre, otras con dibujos remarcados como con chuchillo, o con grecas.
Yo me dí el lujo de acariciarlas, así como las puntas de pedernal, que eran creo las que se ocupaban para cazar, hace cientos de años atrás.
Unas eran verdes, con las orillas, como con muescas, eran como el fondo de las botellas de vidrio grueso, de las botellas de vino.
Pero no dejan traslucir tan fácil la luz.
También trajo caritas, molcajetitos, pero mi abuelita, le llamó la atención.
Le dijo, te llevas todo eso de aquí.
No quiero problemas.
¡Ay! Mamá, con el tiempo van a valer mucho.
Y mi abuelita… ¡y a mí que! Yo ya no voy a estar.
Estoy ahorita, y en la cárcel, no quiero pasar mis últimos días.
Pero mamá, si me los mandan los padres de mis alumnos.
Un día llegó uno con una carita de esas, y yo le dije, que bonita está.
Y seguido me las llevan, cuando no es uno, es otro el alumno que llega con esos presentes.
No estoy robando, yo no las voy a sacar de ahí, creo que es un cementerio de mucho tiempo atrás, pero ni siquiera me han dicho, de que lugar exacto las sacan.
Donde estoy actualmente trabajando, no hay ruinas arqueológicas visibles.
Ninguna autoridad, sabe de los hallazgos.
Anda mamá, no seas mala.
Guárdalas en tu casa.
Luego, que me cambie de comunidad, en otro lugar alejado, entonces, me las llevaré.
-Mira, te las llevas, y no se hable más del asunto.
-Pero mamá, si pesan como piedras.
-Pues piedras son, ¿pues que creías?
¿Qué porque tienen cientos de años, dejaban de ser piedras?
¿O dejaban de ser de barro?
¡Te las llevas, y ya!
Yo estuve tentada, de quedarme con una carita, o de perdis, con una punta de lanza, pero mi tío me daba miedo.
Todo lo suyo lo tenía contabilizando, y observaba si uno le movía algo del lugar donde lo había dejado.
Decía, aquí alguien me anduvo moviendo.
Aquí alguien descompuso esta lámpara.
Aquí, alguien rompió el tapón de mi perfume.
Y como solo viven en esta casa, mi mamá y tú, señalándome…
Por conclusión, tú eres la causante de todo lo malo, que ha pasado aquí.
Tú, no hay nadie más a quien echarle la culpa.
Tú, mira a tu alrededor, ¿ves acaso a más niños, ves más personas?
Manos de lumbre tienes tú.
Manos de estomago, todo haces cagada.
Ni modo que mi mamá, descomponga las cosas.
Tan cuidadosa que es ella.
Intervenía mi abuelita. Si hijo, sí fui yo.
Deja a la niña en paz.
No es cierto mamá, fue esa mocosa.
Yo no sé porque no se la entregas a mi hermana.
Que se la lleven.
Que se quede con sus padres y hermanos.
Si ella tiene un hogar.
Yo no sé que hace aquí.
-Me acompaña, y yo la quiero aquí.
Mira, no te metas con la niña.
No me hagas enojar.
Y se iba por 1 año, por 2 años, y luego volvía con sus anécdotas.

Portada del libro " Pueblo Viejo"

Portada del libro " Pueblo Viejo"
Laguna de Pueblo Viejo Veracruz