MÁS ALLÁ, EL CAMINO DE LUZ
Me acosté a dormir.
Había sido un día muy pesado y triste para todos.
Mi amiga anciana, sus restos mortales, ya estaban en su sepulcro.
Mi hijo, de 9 años, la veía como si ella fuera su abuelita.
Ella nos veía como su familia.
Por cerca de 20 años, más que una amiga, se portó con nosotros como una madre.
¡Que de atenciones nos prodigaba!
¡Con que cariño la tratábamos!
¡Aún me duele su ausencia!
Esa noche en que todo había terminado, nos acostamos a dormir.
En mi sueño, me veo descendiendo en su sepultura.
Estoy conciente de que sólo es un cadáver lo que ahí está.
¡Pero yo deseaba verla de nuevo!
En ese bajar a su sepultura, veía los ladrillos sin revocar de su bóveda, la tierra adherida a las paredes, las raicillas secas, y yo seguía bajando, buscándola, buscándola…
Me acosté a dormir.
Había sido un día muy pesado y triste para todos.
Mi amiga anciana, sus restos mortales, ya estaban en su sepulcro.
Mi hijo, de 9 años, la veía como si ella fuera su abuelita.
Ella nos veía como su familia.
Por cerca de 20 años, más que una amiga, se portó con nosotros como una madre.
¡Que de atenciones nos prodigaba!
¡Con que cariño la tratábamos!
¡Aún me duele su ausencia!
Esa noche en que todo había terminado, nos acostamos a dormir.
En mi sueño, me veo descendiendo en su sepultura.
Estoy conciente de que sólo es un cadáver lo que ahí está.
¡Pero yo deseaba verla de nuevo!
En ese bajar a su sepultura, veía los ladrillos sin revocar de su bóveda, la tierra adherida a las paredes, las raicillas secas, y yo seguía bajando, buscándola, buscándola…
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