En otras ocasiones, mi tío Urbano llegaba con costales de los productos que había donde el trabajaba, como vainas de vainilla, semillas de calabaza, o habas, garbanzas, lentejas, nopales, biznagas, tunas, etc.
Las habas las llegué a odiar.
Mi abuelita, no las iba a tirar nadamás porque si.
Que ha Dios, no le gusta, que se desperdicie la comida.
Así, que comíamos habas guisadas como sopa, en tortitas, como pozole, doradas en el comal con sal, o con chilito, habas y más habas.
Ya el sólo olor de las habas, hacía que me saliera vomitando de la casa.
Ahora, ya de vieja, he vuelto a comer habas, me encantan, pero no de todos los días.
Las como, porque sé que son muy nutritivas, contienen mucho hierro, y proteínas, son necesarias en nuestra nutrición.
En la siguiente visita, mi abuelita le dijo a mi tío…
Tráeme una bolsita, un costalito, con un poquito de cada cosa de las que hay allá, y nada más.
Las habas, las tuve que tirar, se picaron se agorgojaron, por mas que repartí, entre personas conocidas.
No es bueno, que traigas tanto.
-Pero mamá, si no acepto sus presentes, se ofenden.
Pues haber como le haces, pero a mí ya no me traigas tanto.
Es una lástima que se tenga que tirar, es un pecado.
Si que es un pecado, disfrute mucho leyendote amiga gracias por compartir tanto ocn nosotros,abrazitos y que tengas una
ResponderEliminarlinda semanaaaa
Sandra.amiga,gracias por tu visita.
ResponderEliminarVoy siguiendo, tarde o temprano llegere donde deje el primer comentario, por que empeze al reves.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ambar.