Latidos de afecto y dulzura gracias por su visita.

sábado, 26 de diciembre de 2009

¿ MATAS O PATAS ?

Mientras disfruto estas festividades decembrinas, este chaparrito (Yugui) hace de las suyas.



LES DESEO A TODOS MIS AMIGOS BLOGUEROS UN HERMOSO AÑO 2010,

Y QUE TODOS SUS SUEÑOS SE HAGAN REALIDAD.

domingo, 6 de diciembre de 2009

El Aguila que cae ( 1 ra. parte)



EL AGUILA QUE CAE.

Mi tío era alto, de una estatura de más o menos 1.80.
Manos finas, pómulos salientes. Ojos grandes, de un verde impresionante, cejas delgadas, orejas grandes, despegadas de su cráneo, pelo negro, ralo, a lo relamido, ayudado por abundantes porciones de brillantina, ya sea de la Glostora o de la Palmolive.
Con una boca, de labios muy gruesos, siempre rojos, de un rojo quemado, que parecían en ocasiones morados.
Al sonreír, mostraba toda la dentadura, hasta la encia.
No se que me daba más miedo, si cuando me miraba colérico, o cuando sonreía.
Por lo regular, lo hacia al hacer maldades, como cuando la noche, en que estando tomando con unos compañeros de parranda, llenó una botella de cerveza, de las que tienen el vidrio obscuro, de orina espumosa, la llenó. Y se la dió a beber, a un cuate de él, que andaba tan burro, que ni cuenta se dió.
Y mi tío reía, solo sus dientes blanquísimos lo denunciaban.
De su garganta, no salía el ruido de la carcajada genuina, se quedaba oculta, detrás de su protuberante manzana de Adán.
Su piel, era delgada, se notaban sus venas gruesas, latiendo, su piel muy morena.
En la frente, le surcaba, desde el inicio del pelo, de manera perpendicular a la parte media de los ojos, una gran vena, gruesa, que cada que se exaltaba, le latía de manera peculiar.
Aunque no te regañara en ese momento, con sólo su mirada, y esa vena que se dilataba, tú ya estabas por enterado, que estaba muy enojado.
Era el 5° hijo de mi abuelita materna, producto de un breve romance.
Ya había enviudado la abuela, cuando sin saber porque, toco el amor de nuevo a su vida, y nació el tío Urbano.
Luego, luego, se arrepintió mi abuelita.
El padre del crío era casado, oriundo de Alvarado, Veracruz, ya tenía otros hijos, y vivía con su familia. En su ciudad natal.
Solo había venido por un asunto de trabajo, a este rancho.
Mi abuelita, antes de marcharse el forastero, terminó por lo sano esa relación.
Llego mi tío en el peor momento.
Mi abuelita trabajaba en las casas.
Se iba, y le dejaba a su hija mayor, la de 12 años, el atole preparado, para que se lo diera al bebe.
Los vecinos, le contaron, que la chicuelina, se salía a jugar todo el día, traía al bebé, como si fuera un muñeco, que donde quiera lo acostaba, y cuando el hermanito lloraba de hambre, al darle su mamila, el atole, ya hacia hilos de lo agriado.
Consiguió otro trabajo, donde pudiera llevarse al bebe, era un estanquillo, de periódicos y revistas.
Ahí, lo tenía, en una caja de reja de tomate.
Mi abuelita, estaba tan necesitada de todo, que alguien le regalo ropa de niña, y a mi tío, por un tiempo, lo vistió como mujercita.
Los clientes, “chuleaban a la muñequita”.
¡Hay, que bonita, prieta, prieta, y con ese ojazos verdes!
Y si, eran grandes, verdes, aperlados, con grandes y rizadas pestañas.
Tenía su frente, unas sienes muy pronunciadas, y un cliente asiduo, un licenciado, casado y sin hijos, se lo pedía con insistencia a mi abuelita.
Le decía, para que lo quiere.
Muy apenas lo puede mantener.
¡Démelo!
Yo le daré educación, de la mejor.
Se nota en su mirada, en su frente amplia, que él es muy inteligente.
Démelo, no se va a arrepentir.
Además, usted ya tiene otros 4 hijos, 2 varones y 2 mujeres.
Sus niños al rato se casan y le darán nietos.
¡Ande! Démelo.
Pero mi abuelita no quiso.
Tuvo temor, de que se lo trataran mal.
Decía, es mío, es mi responsabilidad.
Yo cometí el error, y tengo que sacar adelante a mi hijo, el no tiene la culpa de nada.
Y mi abuelita, le dio educación, de maestro.
Con el tiempo, obtuvo 2 plazas de gobierno, de mañana y tarde.
Mi tío era muy curioso, sabía hacer muchas cosas.
Carpintería rústica, pero hacia mesas, sillas, banquitos, camas, buros, todo para la casa.
Los muebles de la casa, los tenia pintados, de un modo extraño, tal vez se diría a lo mexicano, de hace mas de un siglo.
Si no, escuchen esto.
Mesa de comedor y trastero, pintados de fondo verde obscuro, con orillitas, amarillas y naranjas, las sillas, igual, pintadas así.
Y las camas, cada barrotito, eran de fierro, cada barrotito, pintado con pintura de aceite, con colores tan alegres, que iban del amarillo, naranja, verde, rojo, que hubo quien dijera, en esta casa, parece que viven solo niños aquí.
No había seriedad en esos muebles.
La seriedad, estaba en el rostro de mi tío.
Mi tío, tenía un huerto, de lo más surtido.
Tomates, del grande, y del tomatillo; calabazas, sandías, chiles, del pico de pájaro, habanero, serrano, piquin, zanahorias, que yo me comía, solo era sacarlas de la tierra, lavarlas bien, y listo.
Hay un sabor diferente, a lo que consumes, recién cosechado. A lo que compras en una tienda.
Estarán cansadas, las legumbres de tanto transporte, de tanto estar refrigeradas, por eso sabrán así, a casi moribundas.
El jardín que tenía mi tío, constaba con variedad de plantas florales.
Unas compraba en invernaderos, y otras, las conseguía en las veterinarias. Compraba unos sobrecitos, y hasta ponía, donde hacia los almácigos de esas plantitas, el sobrecito vacío, para así saber, que planta había sembrado.
Almacigo, es una porción de tierrita, donde se colocan infinidad de semillas para que germinen, y de esas plantitas, se escogerán las mas grandes y fuertes para transplantarlas, a donde será su lugar definitivo, donde estarán previstas de suficiente sol, y espacio.
Criaba pollos, patos y guajolotes.
El les hizo sus corrales, estaban de lujo, con piso de cemento, para poder lavarlos seguido.
( continuará...)

Portada del libro " Pueblo Viejo"

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Laguna de Pueblo Viejo Veracruz